4 + 1 en Japón

viernes, diciembre 09, 2005

El estreno

Pues sí. El día 4 fue el estreno. Los chicos estaban nerviosísimos. Lo cual no es de extrañar, porque llevaban ensayando casi seis meses, de los cuales el último había sido a razón de doce horas por día los siete días de la semana. Y sólo para una función: la del día 4. Porque no es que no tengan concertada ninguna otra fecha, no. Es que desde el principio sabían que esto era una obra para una función. Manda narices la capacidad de trabajo de estos tipos. Qué campeones. Y qué masocas también, para qué negarlo.

La representación fue en el Kobe Art Village Center, un teatro profesional muy muy chulo de Kobe. Se trataba de un festival de teatro universitario (concretamente, de esa universidad), con lo que los alumnos de cada departamento hacían una obra. Se representaron, por tanto, cuatro obras: una obra china, una obra rusa (El tío Vania, de Chejov), una inglesa y la nuestra. No tuve ocasión de ver las otras obras, así que no me preguntéis. Lo que sí sé es que todos los grupos echaron la misma cantidad de horas. Y no es poco decir.

Fue un éxito. Ya he dicho que algunos estaban nerviosos como flanes, pero dejad que cuente un cas especial. Creo que os acordaréis del Cirujano (apenas me he quedado con sus nombres, me dirigía a ellos por el nombre del personaje, cosa que agradecían porque decían que les ayudaba a entrar en el personaje), que era ese chico que tenía sólo diez frases a lo sumo y que cada día me preguntaba mil cosas distintas porque "no estaba seguro de si sería capaz de dotar al personaje con todo el dramatismo que sin duda le ha dado Cervantes cuando lo escribió". Una hora antes estaba a punto de llorar porque era la primera vez que hacía teatro, y tenía miedo porque sus padres iban a verle hacer algo muy distinto de lo que él hace normalmente (de lo cual me alegro, porque el personaje se tiraba de los pelos y se arrastraba por el suelo y después gritaba a un juez faltándole al respeto) y no sabía qué iban a pensar, y que odiaba el teatro y que nunca más le pillarían en otra como esa. Le consolé, le dije que le envidiaba por ser su primera vez, que es la mejor, o eso dicen. Le hablé de que era normal lo que sentía. Le conté que un minuto antes de salir al escenario creería que se le había olvidado el texto. Le comenté que era muy probable que tuviera ganas de mear. Pero, con todo, que se tranquilizara. Que se preocupara únicamente de disfrutar y conseguiría hacernos disfrutar a los demás, tanto a los pocos españoles que estábamos como a los japoneses, ya que se habían hecho unos magníficos subtítulos para que el público japonés lo entendiera todo. Bueno. Pues cuando salió el cirujano se comió al público. Un papel tonto como él solo, y el chico se lo pasó pipa, hizo el tonto (dentro de lo establecido) y arrancó las carcajadas y los aplausos del respetable. Al final de la obra tenía una sonrisa irrepetible, de esas que valen una mina potosisca, Cervantes dixit.

(Por la noche nos fuimos de celebración, donde pude comprobar que los japoneses, en general, no saben beber. Vaya cebollones se cogieron algunos. El cirujano, en el restaurante, se medio subió a una mesa y pidió a gritos a todos que el año que viene le den el papel protagonista. Angelito.)

Yo, por mi parte, disfruté como un enano sentado con Santi entre el público. Y disfruté porque les veía (a Cristinica, que me ayudó a saber qué platos había en el restaurante; a Koji, que desde el primer día hizo por ayudarme dentro de la dinámica del grupo; al soldado, que cuando me ve por los pasillos me abraza y me pide que no me vaya de Japón porque soy -dice- el mejor profesor que ha tenido jamás; a Saya, a la que no se le entendía ni una palabra cuando llegué y que ahora tiene una de las mejores dicciones de la obra, hasta el punto de que se llevó el segundo premio en la categoría de actrices de todo el festival; y así hasta veinte personas sobre el escenario) disfrutar después del ingente esfuerzo que han hecho (no me cansaré de repetirlo). Pero disfruté aún más, si cabe, cuando giré la cabeza y vi cómo el público japonés, al completo, se divertía y soltaba carcajadas con unos entremeses escritos por un señor que murió hace casi 400 años, y que yo tenía un poquito de culpa en todo ello.

"Qué lindo;" pensé, "esto sí que es hacer un buen homenaje a Cervantes en este año del Quijote. Y lo demás son tonterías."

5 Comments:

At diciembre 08, 2005 10:41 p. m., Anonymous Anónimo said...

Asi que todo un triunfo, me alegro...enhorabuena, a esos chicos y a ti! Un beso

 
At diciembre 11, 2005 1:25 a. m., Anonymous Anónimo said...

primo, todo eso esta muy bien, pero que pasa con las peliculas, a la llegada en el aeropuerto te esperara mi primo Vito Corleoni para felicitarte...... y a parte de estas tonterias, enhorabuena por la japonada teatral

 
At diciembre 11, 2005 8:03 p. m., Anonymous Anónimo said...

Hola primo... enhorabuena por ese estreno... si Cervantes levantará la cabeza... ¡qué susto!
besos

 
At diciembre 11, 2005 8:04 p. m., Anonymous Anónimo said...

Hola primo... enhorabuena por ese estreno... si Cervantes levantará la cabeza... ¡qué susto!
besos

 
At marzo 06, 2007 7:19 p. m., Anonymous Anónimo said...

Very nice site! » » »

 

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