4 + 1 en Japón

viernes, diciembre 02, 2005

Un dia en Kobe City (y II): El puerto

Tras la expectacion causada, no dejare sin terminar mi dia en Kobe.

Sali de Kitano algo espantado, aunque de algun modo contento: los españoles no somos los unicos a los que se les recuerda por las folkloradas (digase torero, tuna y sevillana) sino que a los holandeses les pasa lo mismo. En fin...

Baje de nuevo a Sannomiya, y en vez de coger el metro para Gakuentoshi (casa) decidi dar una vueltecita a ver con lo que me encontraba. Asi que tome el mapa y me dirigi hacia el puerto, del que creo que ya os he contado que aqui lo llaman Harborland. En el camino una seleccion de musica moderna para animar un poco la fiesta (es decir, lo que para mi significa "moderna", ya me conoceis: mucho Sabina, algo de Serrat y los Rodriguez) y camino caminito que el tiempo ha borrado.

Al poco rato llegue a un sitio que parecia un bunker con una fuente encima y algo que parece un pequeño fuego eterno. Un cartel (en japones y en ingles) dice "Los elementos cosmicos". Recuerdo entonces que la cultura oriental tiene cinco elementos: los cuatro que conocemos mas el metal. Entro, sigo unos pasillos algo endiablados con carteles con letra muy pequeña, y llego a una sala subterranea. Estoy solo. Silencio. Contemplo mi alrededor. Una camara de tamaño medio repleta de placas llenas con algo que parecen nombres. El techo -de cristal o metacrilato grueso, no se- es la fuente que se veia por fuera, vista desde abajo. Y entonces comprendo. Es el homenaje de la ciudad de Kobe a los 6000 muertos del terremoto de 1995. El silencio es pacifico, invita a recogerse en uno mismo. Miro los nombres. Gente que se ha ido -o no- cuyos nombres no puedo leer. De repente, un ruido rompe el silencio. Miro hacia arriba. El agua ha comenzado a hacer burbujas a toda maquina, gracias a unos conductos de aire.

Fuego en la calle. Agua en el techo. Aire en el agua. Metal en las placas. Tierra que les envuelve. Los cinco elementos. Para quien construyo este homenaje, aquellos que se fueron ya son uno con el cosmos. Y en esta cultura es lo mejor que se puede desear a aquel que tiene que marcharse.

Es un sitio tranquilo. Muy tranquilo. Y como dije, invita al recogimiento. Busco en mi mochila, saco el libro de Garcia Marquez (Memoria de mis putas tristes) que tenia pendiente desde mi primer dia en Kyoto, me siento en el suelo y comienzo a leer. De vez en cuando, muy de vez en cuando, entra alguien para ver el monumento. Yo sigo concentrado en la historia del sabio triste enamorado de Delgadina. Lo acabo al fin. Llevo casi cuatro semanas encontrando emocion y ternura por todos sitios. Creo, sin embargo, que el placer estetico esta a nuestro alrededor y que solo se trata de saber encontrarlo. No voy a darmelas de listo, por supuesto, no pretendo decir que yo se encontrarlo como nadie. A fin de cuentas, es logico que en una cultura en la que todo es nuevo sea mas facil. Lo que me importa es la cantidad de buenos momentos que estoy habitando. Momentos que me estan cargando las pilas para cuando vuelva. Tengo mil proyectos para España. A ver en que se quedan.

Salgo en silencio del recinto y llego al puerto en diez minutos mientras Serrat describe a la mujer que yo quiero. No hay mucho que ver, la verdad, aparte de restos del terremoto. Han dejado alguna parte tal como se quedo para dejar testimonio de lo grave que fue. Diria que impresiona, pero es un trozo tan pequeño que uno casi piensa que lo han hecho unos hooligans cualquiera. Entro ademas en el museo maritimo de Kobe. Me aburro bastante. Creia que habria un acuario (por lo visto hay en Kobe uno bastante bueno) y es, como su nombre indica, un museo maritimo. Barcos y barcos y explicaciones sobre como funciona el puerto de carga de Kobe (el sexto mas importante del mundo, por lo visto), hermanado con el puerto de Riga, entre otros.

De ahi ya me marche a casa. Antes hice una foto a la torre del puerto, famosa ella por su diseño moderno. Fue un dia normalito, la verdad, tirando a aburridillo. Pero en fin. Que conste que ya os avise.

No desespereis. El proximo dia, mi ultima estancia en Kyoto.