4 + 1 en Japón

lunes, noviembre 28, 2005

La belleza que nos sobrevivirá

(Escrito para el Diario de Alcalá del dia 2 de diciembre, con motivo del aniversario del nombramiento de Alcalá de Henares como Ciudad Patrimonio de la Humanidad.)

Desde hace un mes me encuentro en Japón, invitado por la Universidad de Kobe para dirigir unos entremeses de Cervantes (a saber, La guarda cuidadosa, El juez de los divorcios y El viejo celoso). No quería, sin embargo, dejar de conmemorar el séptimo aniversario del nombramiento de Alcalá como Ciudad Patrimonio. Así que aquí me encuentro, a siete mil kilómetros de casa, ocho horas más tarde que todos ustedes, escribiendo estas líneas desde el delicioso templo de Ginjaku-ji, en la eterna ciudad de Kyoto. A estas alturas de la película ya sabrán ustedes que Kyoto fue la ciudad en la que se reunió el comité de la Unesco que aquel 2 de diciembre pensó que Alcalá merecía figurar entre los principales entornos culturales de nuestro planeta.

En estas cuatro semanas he tenido la suerte de poder hacer turismo, y si algo he podido aprender es que quizás la belleza no es el motor que mueve el mundo, pero sí el poso que permanece después de todo lo demás. Quiero decir que en nuestro día a día se está haciendo cada vez más fuerte el odio generalizado, el mal rollo porque sí, la tensión ineludible, el ruin stress que nos corroe, la mala educación, la lucha por la lucha, el sí porque sí o porque no. Pero el hombre no puede sentirse siempre cansado de estar vivo, y en su intento fugaz por huir de la corriente tenebrosa descubre algo (cada cual lo suyo) que le habita, le complementa y le resume. Y así llegamos a la belleza, pues lo que ha caracterizado al Ser Humano a lo largo de la Historia (y hablo de Seres Humanos con mayúsculas y no de hotentotes militarizados que sólo respiran al ritmo de las guerras, que de todo ha habido en este cielo no siempre azul) ha sido la búsqueda permanente de la Belleza, sea aquí en Kyoto, allí en Alcalá, o en Roma, en Écija, en Boston o Port Moresby. El concepto de Belleza ha ido cambiando a lo largo de los siglos y los lugares, claro, pero que Rubens se hubiera espantado ante las obras de Modigliani o Tomas Luis de Victoria ante las sinfonías de Mahler no cambia nada. No es un tema que tenga que ver con religiones, culturas, nacionalidades, vivencias esotéricas u otras zarandajas. Hablo de que la Belleza, también con mayúsculas, ha sido, es y seguirá siendo una búsqueda innata del Ser Humano: todas las culturas dejan tras de sí una huella que los identifique en un futuro quizás no tan lejano, cuando hayan muerto todos aquellos que vieron cómo se iba levantando aquella obra. Esas huellas, casi siempre dignas de ser recordadas y conservadas, representan el Patrimonio de la Humanidad, que, como bien indica la Unesco, “es nuestro legado del pasado, con el que vivimos hoy, y lo que dejaremos a las generaciones futuras”.

Ahora bien: es tal la amenaza que nos inflige la fealdad absoluta que nos rodea que se ve urgente contraatacar con belleza. Porque no siempre tenemos el tiempo necesario para visitar una catedral gótica o para escuchar a Brahms o para leer a Garcilaso. Ojalá lo tuviéramos, por supuesto. Pero ya que no es así, saquemos de una vez y sin pudor lo bello que hay en nosotros mismos. Me refiero a las palabras tiernas, los exquisitos modales, los buenos momentos compartidos con nuestros más cercanos, el intento cotidiano de ayudar al prójimo sin más, el cambiar la descalificación gratuita por un intento de conversación, el apagar el claxon para siempre, el sonreír sin motivo aparente, el buenos días, el buenas tardes, el buenas noches, el qué guapa vas esta mañana, el qué suerte tenerte a mi lado, el necesita usted algo, el déjeme que le ayude por favor, el gracias cómo se lo agradezco... Todo eso forma parte también -y cómo- de la Belleza. Y todos somos, de algún modo, bellos. O al menos eso quiero creer. A fin de cuentas, ¿qué es el amor sino el deseo de ser uno con aquello que consideramos bello?.

Por eso, porque no seríamos nadie sin ella, hagamos un trato: procuremos desde hoy, o al menos hoy, entregarnos al gozo indescriptible de ser felices y hacer felices con la Belleza, con la de cada uno de nosotros. Porque no cuesta nada y vale mucho. Porque cuando ya no estemos aquí, será ella quien nos avale y nos haga ser recordados. Porque también nuestra propia e intransferible Belleza es lo que dejaremos a las generaciones futuras.

Feliz día de Patrimonio. Feliz día de la Belleza.

El dia que fui japones

(Nota: Ninguna de las fotos que incluyo hoy es mia sino que estan tomadas de internet, pues en ninguno de los lugares que se van a relatar se permitian tomar fotos, como mas tarde comprendereis.)

Pues eso. Que hoy domingo (lo siento, pero por alguna razon el blog no me permite poner las fechas exactas de los dias, con lo que a lo mejor la fecha que aparece no es la correcta, pero que conste que esto que os cuento sucedio el domingo 27) me he convertido en japones. Porque hasta ahora he hecho turismo, he convivido con estudiantes de español, he comprado comida esbozando palabras con lengua de trapo. Incluso fui al mercado en Kyoto, como recordareis. Pero hoy me he integrado en dos actividades que, creo, son muy japonesas, y las he vivido (casi) como las viviria un japones. Aunque la segunda mas que la primera.

Todo comenzo en Osaka, que es una ciudad de "solo" ocho millones y medio de personas y cuya estacion principal (llamada simplemente "Osaka") es un puro enjambre de locura y vertigo. La primera vez que llegue a Osaka, hace ya dos semanas, no consegui salir de la estacion. Era imposible con tanto cartel y flechas indicando lugares contradictorios y gente en todos los alrededores posibles. Me dio un ataque de miedo tal que me volvi a montar en el tren para Kobe y me marche a casita, abrumado por la realidad nipona.

La segunda vez me prometi a mi mismo que lo conseguiria. Y llegue dos esquinas mas alla de la estacion, hasta que vi un centro comercial enorme (en este pais la palbra "enorme" suele significar "muy alto", ya que apenas hay suelo libre para que sea "muy extenso") que tenia hasta una noria de unos 30 metros o asi. Entre, di una vuelta, me volvi a hacer caquita ahi mismo y me volvi otra vez. Lo siento, pero algunos ya sabeis de mi fobia a las multitudes que no te dejan caminar. No se como sobrevivire en Tokyo.

La tercera vez ha sido hoy. Queria a toda costa ver algo de teatro japones, pues no quiero volver a casa sin haber disfrutado de algo que alli no puedo ver. Y de entre todos los tipos posibles de teatro japones, hay algunos que se pueden ver por aqui con relativa frecuencia: el Noh y el Kyogen (este ultimo, como un entremes, es una pieza corta comica que se intercala entre los actos del primero), el Kabuki (en el que aparecen los tipicos samurais maquillados con voz de enfado) y el Bunraku (un teatro de marionetas con una tradicion de siglos, al igual que los otros generos ya citados). Ahora en Osaka no hay en cartel ni Kabuki ni Noh ni Kyogen, asi que cuando he descubierto que habia Bunraku disponible, ahi que me he lanzado. El problema era llegar. Pero con paciencia y algo de canguele he tomado el circular (que aqui tambien lo hay, no os vayais a creer) y he aparecido en la sede de Bunraku del Teatro Nacional de Japon. Ahi es nada, una compañia nacional (quiero decir del Estado) dedicada a teatro de marionetas. Que diferentes pueden llegar a ser las cosas, ay. Pero claro, es que vaya teatro de marionetas.

El Bunraku, como digo, es un genero de cuatrocientos años atras en el que cada marioneta (de una altura como tres cuartos de una persona) es manipulada a la vez por tres personas vestidas de negro y que la mayoria de las veces tienen toda la cabeza tapada de negro. Para conseguir los movimientos tan elaborados de las marionetas cada manipulador estudia unos tres años, y no puedo imaginar que en Espanya un actor emplee tanto tiempo preparandose algo para que luego no se le vea siquiera la cara. Aqui, sin embargo, tienen en cuenta que el protagonismo lo tienen los muñecos, y a ellos se dedican en cuerpo y alma. Mientras las marionetas se mueven por un escenario tan ancho de boca como el del Teatro Real, un señor (el tayuh), a modo de salmodia, narra la trama y pone la voz a todos los personajes mientras que un musico le acompaña con una especie de citara llamada samisen, siempre con historias escritas hace siglos, pues no se suelen escribir obras nuevas. Contado asi puede no parecer gran cosa, pero os aseguro que es toda una experiencia tener delante unos muñecos que viven, hablan, sienten y padecen como cualquiera de nosotros (incluso mas que algunos, la verdad), con pestañas que se mueven y manos que agarran cosas y se quitan la ropa a si mismos y se cortan el pelo y luchan con katanas para defender el honor mancillado de sus damas. Las representaciones duran unas cinco horas, aunque yo he asistido a una "pequeña" sesion de solo hora y cuarenta minutos (es decir, el primer acto), a un precio mas reducido. Incluyo algunas fotografias de Bunraku para que sepais de lo que hablo. Hay todos los dias funciones a las once de la mañana y a las cuatro de la tarde. Un teatro nacional programando funciones matinales todos los dias y el publico acude... Estare soñando?

Sali del teatro con una sonrisa de esas con las que podrias tragarte tus propias orejas. De camino a casa, y ya animados en el circular, hice una paradita mas en Osaka para ver el castillo de Osaka (es decir, Osaka-jo). La parada de metro mas cercana esta a tomar por saco del castillito. Cuando llegue me di cuenta de que no me apetecia entrar. Entre que es una reconstruccion de hace cuarenta años y que todo el mundo me dice que no vale la pena... Bueno, y que queria ahorrarme mil pesetas, la verdad sea dicha.

Por la tarde fue mi bautizo japones, y nunca mejor dicho. Aqui hay algo muy tipico llamado "onsen", que son como unas aguas termales naturales (Japon es tierra volcanica, no lo olvideis) que hay por todos sitios, con lo que se abren establecimientos donde te das un baño y tan ricamente. Por lo visto son bastante conocidos a nivel internacional (tengo entendido que tengo un fan de este blog llamado Fran, amigo de Elena, que le pidio que me dijera que fuera a un onsen. Pues nada, Fran, encantado y te dedico esta experiencia) y la verdad es que la fama esta a la altura de la realidad. Incluso se queda corta. Lo mas curioso es que estos "onsen" son tan usados por la gente que suelen ser lugares donde se cierran negocios y asuntos asi. En este caso fuimos algunos de teatro porque necesitabamos descansar un poquito del stress ensayil.

Segun se entra en el establecimiento hay que descalzarse, como en medio Japon. Pagas la entrada (no llega a tres euros) y coges tu toallita y pasas a las taquillas. Los onsen no son mixtos (a excepcion de algunos que son para familias), con lo que nos despedimos de las chicas, que pasaron a su onsen. Una vez en las taquillas nos desnudamos todos por completo (no vale bañador, esta mal visto) y pasamos a la zona de baño. Igual que antes de meterte en la piscina tienes que ducharte, antes de pasar al onsen tienes que lavarte. Y ahi me teneis, lavandome todo en un baño publico. La sala de baño es amplia, con unos poyetes tan altos y largos como una acera en los que la gente, al sentarse, queda enfrente de unos grifos de ducha que llegan a la altura de las rodillas o asi. Con unos barreñitos muy monos que te dan, sentado en el poyete como si estuvieras en el retrete (que lindo pareado) y con un japones desnudo a cada lado al que desconoces del todo, pasas como unos quince minutos lavandote a fondo el cuerpo entero, incluido el pelo y el espacio que hay entre los dedos de los pies. Te vas aclarando con el agua que recoges en el barreño y tan ricamente. Las fotos, aunque pequeñas, lo ilustran a la perfeccion. Y despues de eso, el onsen. Creo que ya todos sabeis lo que son las aguas termales, asi que no me extendere demasiado. La diferencia del onsen con respecto, por ejemplo, a un balneario es que el onsen esta al aire libre. Es decir, que a las siete de la tarde, el cielo ya negro, siete japoneses, Santi y yo estabamos en porreta viva dentro de una "piscina" burbujeante de agua casi hirviendo mientras nos llovia en la cara. El cuerpo caliente y la cabeza fria. A que suena bien?

Bromas aparte, que sepais que la experiencia es de lo mas impresionante que uno puede imaginar. Porque se trata de algo entre amigos, con una confianza completa al estar todos desnudos hablando de todo un poco, de la obra, de la luna, de las chicas que estarian al otro lado de un muro, de la comida en España, de como pronunciar la erre, de los hijos de la gran chingada y pinches gachupines... Un onsen se disfruta entre familia, entre gente cercana. Se parece a volver a los ancestros, cuando los soldados encontraban una charca para refrescarse. Los que hayais visto "La vaquilla" sabeis de lo que hablo. Antes de que lo pregunteis, el famoso mito sobre calibres orientales es cierto. En algo teniamos que tener ventaja los occidentales frente a este pueblo milenario y refinado. Despues de la hora y media de baño, que se paso volando, nos reencontramos con las chicas y cenamos todos juntos en el mismo local.

Esa noche llegue a casa sosegado, convertido en un japones mas que por la mañana va al teatro y por la tarde se baña entre colegas. Al llegar a la habitacion, mi cuerpo solo queria dormir. Relajado como estaba, me abandone a la almohada. Soñe que una marioneta me acariciaba el pelo y despues se marchaba, montada en su dragon de colores.

Nara

Osaka, Kyoto y Nara son los tres vertices de un triangulo geografico que enmarca una infinitud de templos (budistas) y santuarios (shintoistas). Nara, ademas, fue la capital del pais antes de que lo fuera Kyoto, es decir, alla por el año 710. Aun quiero hacer una escapada mas a Kyoto, pero sera el lunes, pues me han dicho que cuando mas se llena es los fines de semana (doy fe de ello tras haber sobrevivido en los autobuses). Asi que me marcho a Nara, cuyos principales templos fueron declarados Patrimonio de la Humanidad el mismo dia que Alcala. Por cierto: ambas obtuvieron dicho titulo en Kyoto, donde se celebraba la reunion anual de la Unesco.

Aqui montar en tren es algo complicado: aparte de que se paga en funcion del destino, sea cual sea el tipo de tren que tomes (es decir, local, rapido o superrapido), resulta que hay varias compañias de tren y de metro. Yo tengo un bono para fines de semana con JR, que ademas de ser el malo de Dallas es la linea nacional de trenes de Japon. Este bono no incluye viajar con el Shinkansen, que es el tren bala, pero dado que para ir a Kyoto (donde tendre que hacer transbordo para ir a Nara) es bastante mas comodo que el normal, y dado tambien que el fin de semana pasado se equivocaron y me dieron billete por error para el Shinkansen, voy a probar de nuevo a ver que pasa. Al llegar a Kyoto un guardia me para y me dice mi pase no es valido y que tengo que pagar. Haciendome el despistado y farfullando un japospanglish muy lamentable le cuento que no he montado en ningun tren, que estoy en un hotel de Kyoto y que solo quiero ir a Nara pero que me debo haber confundido al pasar por alguna puerta. Con esta maniobra tan zafia me libro de soltar 3500 yenes y me monto en el tren a Nara, en el que si que me vale el pase.

En principio es necesario un dia para ver Nara, me dicen en la oficina de turismo. Consulto la guia, miro el mapa que me han dado, doy las gracias y me voy calle arriba. Un cartel indica "Todai-ji, 2.8 km." Yo voy a Todai-ji, pero me juro a mi mismo que hoy no voy a coger ningun autobus, con lo que confirmo que voy en la direccion correcta y me voy calle arriba. Al cabo de quinientos metros, y tras pensar que me he perdido, compruebo que el mapa es una porqueria. Pregunto en una tienda, me confirman que voy por buen camino y descubro que en el mapa no todo esta a la misma escala. Quiero decir que han encajado las calles como les ha sido posible para luego añadir unas flechitas que indican "de aqui a aqui, 800 metros", "de aqui a aqui, 300 metros". La gracia es que la flechita de los 300 esta en una calle que segun el mapa es mas larga que la de 800. Patedefua como estoy sigo mi camino.

Primera parada. Pagoda de cinco plantas. Templo Kofukuji. Todo correcto. Me fastidia un poco haber perdido capacidad de sorpresa ante estas maravillas, la verdad. En fin. Doscientos metros mas alla, los primeros ciervos: la mayoria de los monumentos interesantes de Nara se encuentran en un mismo parque que esta rodeado de ciervos curiosos y golosos que acuden a la gente pensando que conseguiran algo para comer. Me acerco. Dos niños corren asustados despues de que un ciervo consiguiera una galleta de la mano de uno de ellos. Uno -un ciervo, no un niño- me mira. Me acerco mas a el. Se acerca mas a mi. Me huele, me mira a los ojos, hace un gesto con la cabeza que me recuerda a nuestro gato Dario y le acaricio. Cuando entiende que tengo la mano vacia se aleja decepcionado. No sabe nada el muchacho. Que va.

Como el me encuentro otros mil hasta que llego al monumento que estaba esperando: el templo de Todaiji, uno de los destinos budistas mas importantes del mundo a causa del Buda que alberga en su interior. Con 16 metros de altura, es la estatua mas grande de bronce jamas realizada. La puerta de entrada es descomunal. Segun la religion budista, las puertas que dan acceso a los recinto de los templos (es decir, al conjunto de templo y jardin) representan la salida de los malos espiritus y la bienvenida a los buenos. Por eso las puertas suelen ser, como lo es esta, de un tamaño que impresiona.

A lo largo de mi vida de turista he tenido la suerte de presenciar muchisimos sitios indescriptibles. En cuanto a lo que edificios religiosos se refiere, he podido comprobar que, por lo general, el tamaño inmenso es un leitmotiv artistico. Y aunque no conozco aun las piramides de Egipto ni los templos de Camboya ni la maravilla excavada en la roca de Petra, si que recuerdo suficiente bastantes catedrales goticas y la mezquita de Cordoba y las piramides de Mexico y las iglesias ortodoxas de Bulgaria como para comprender que esta descomunalidad fue construida con otra mentalidad: quienes se encargaron de levantar esto se sabian poderosos y querian demostrarlo, tal y como tambien hicieron aquellos que construyeron los edificios que antes he mencionado. Pero, o mucho me engaño, o estos señores de aqui tenian muy claro que no eran nada frente a la genialidad de la naturaleza, que es mas eterna que las mejores y las peores obras del hombre. De ahi surge, sin duda, esa interaccion constante entre bosque y templo, con el imprescindible jardin como elemento intermedio y conciliador: el hombre ordena a su gusto a la naturaleza, que a su vez se sabe indispensable para el hombre. Un circulo eterno. No hay en estos templos, por tanto, intencion alguna de atemorizar, afligir, cohibir o sojuzgar. O al menos me resulta inapreciable por completo. Y no se si sera algo cultural o que, pero mi sensacion al entrar en la Catedral de Burgos -que es uno de mis monumentos preferidos, ojo- es justo la contraria. No quiero que me tergiverseis: desde un punto de vista artistico todo es cautivador como el mejor de los amaneceres posibles. Hablo del punto de vista humano, que es otro cantar.

Toda esta reflexon casa con la impresion que causa el acercarse paso a paso al templo que guarece al Buda. Cuesta pensar que algo tan grande es casi prescindible, pues mas o menos viene a ser la funda bonita de la joya verdadera. Dedico unos minutos a observar el exterior, convencido de que el interior me dejara mas subyugado aun, y no esta el mundo como apra desperdiciar fascinaciones.

Al fin entro, siempre con la cabeza agachada buscando el mejor sitio posible para que la primera impresion sea, valga la redundancia, la mas impresionante. Una vez colocado, pues, subo la cabeza.

No se definirlo mejor: es fascinante. En el sentido literal de la palabra. Me siento atraido por los ojos rasgados de esa estatua, por esa mano descomunal que intenta señalar que estar vivos no es siempre una miseria. Es grande, si, pero no lejano. La gente entra, hace fotos, echa monedas, juntan las manos y rezan o solicitan o agradecen. Yo, de momento, sigo mirandole mientras sus pupilas de bronce siguen dirigiendose hacia el horizonte que hay mas alla de la puerta. Lo cual agradezco, claro, porque si de repente girara los ojos para echarme un vistazo provocaria una apoplejia general en el respetable. Siempre me han dado igual los records, pero esto no tiene nada que ver. No se trata de comer mas flanes en un minuto, ni de arrastrar mas metros un camion con los dientes. Que genial puede ser la genialidad. Que grande puede ser la grandeza.

Buda, ademas de sentado en un nenufar abierto y resplandeciente, esta flanqueado por dos señoritas a las que no tengo el gusto, casi tan altas como el, dibujando entre los tres una serena simetria, una entereza que da pie a mi envidia. Consigo, sin embargo, no caer en la trampa de olvidar el edificio-funda: pilares, vigas, crujias... todo madera. Tan bello como fugaz. No en vano muchos de los edificios japoneses (no este) son reconstrucciones mas o menos contemporaneas de otros que se perdieron en incendios, provocados o no. Doy una vuelta al templo, admiro al Buda mientras giro a su alrededor, y tras cerca de media hora me marcho aun con la fascinacion entre las cejas.

Muy cerca hay un santuario, al que me encamino con la seguridad de que hoy ya tengo el dia cubierto: aunque decia antes que me fastidia un poco haber perdido capacidad de sorpresa, es cierto que este archipielago tiene bastante mas para boquiabrir a cualquiera. Y lo que me rondare, moreno.

Una vez llego al santuario -Kasuga Taisha- certifico el parrafo anterior, pues si bien tengo un nulo conocimiento sobre las diferencias y detalles del shintoismo, la naturaleza no sabe de culturas y es siempre distinta alli donde se le permite crecer. Los ciervos, ademas, convierten el santuario en unico e irrepetible (a no ser que haya mas ciervos shintoistas en Japon, cosa que es probable: no en vano para esta religion los ciervos son mensajeros de los dioses).

Tomo el camino de vuelta (otrs 2.8 km, a los que hay que sumar la distancia entre Todai-ji y Kasuga Taisha) y hago una paradita para comer: lo emotivo es tan alimento del alma como lo digestivo es para el cuerpo, y los dioses (entre los que incluyo a la belleza y a la ternura) no podrian ser dioses sin hombres que los ensalcen.

Tomo el tren que me acercara a Hoyu-ji, el templo considerado pilar inicial de la cultura japonesa. Segun salgo de la estacion, un cartel me indica que hay una distancia de 2.2 km hasta el templo, y sin Pharmaton Complex ni nada similar en el buche me mantengo en mis trece de no montar en autobus. Diez kilometros que me voy a hacer hoy a patita, fijate tu.

Los pies se quejan un poquito cuando logro llegar, y paso a la oficina de informacion para sentarme un tanto y preguntar si tienen algun mapita en ingles o similar. Me atienden dos señores de edad avanzada que me dicen -en un ingles muy aceptable- que son guias voluntarios del templo, y que me si quiero me enseñan el templo sin coste alguno. Con cara de botijo me debo de haber quedado, pues me lo repiten: una visita guiada al templo completamente gratis. Yo tengo que pagar, eso si, la entrada al templo normal y corriente. Es decir, la misma entrada que tendria que sacar si fuera solo sin visita ni nada. "Por que no", digo, "vamos para alla, a ver si ellos pueden explicarme en que tengo que fijarme para que no se me parezcan tanto los templos y santuarios."

Mientras pienso en la poca gracia que haria a algunos que yo me se que hubiera guias gratuitos en Alcala, me van explicando algunas cosas interesantes. No pasa mucho tiempo, sin embargo, hasta que me doy cuenta de que va a ser la tipica visita guiada que no me gusta hacer yo ni mucho menos recibirla: listado exhaustivo de fechas y nombres de personajes con los que no quiero ni puedo quedarme. Para colmo, la camara decide quedarse sin pilas antes de entrar en el recinto. Es por eso que he incluido alguna de internet (a partir de ahora lo tendre que hacer algunas veces mas ya que hay sitios en los que no esta permitido hacer fotos, mañana os enterareis de a que me refiero), con la intencion de que os hagais una idea. Para informacion sobre el templo, os recomiendo entrar aqui:

http://whc.unesco.org/pg.cfm?cid=31&id_site=660

Tras dos horas de visita un poco aburridas y sin nada en claro que no supiera antes, me despido de Horyu-ji con la incertidumbre de no saber si habria llegado a emocionarme en caso de ir a solas. No me arrepiento, sin embargo. Aparte de que ya necesitaba trabar dos palabras con alguien, prefiero haber comprobado que en viajes asi hay que ir ligero de equipaje. Lo cual, por cierto, seria buena idea, ya que tengo la espalda machacada.

"Maldicion:", pienso, "aun me quedan otros dos kilometros y medio hasta la estacion. Y luego casi dos horas de viaje a casa". Pero soy fuerte. He dicho que hoy no cojo el autobus y no lo cojo. Habrase visto.

Eso si. Mañana tendre que preguntar a Santi como se dice en japones "Quisiera una cajita de Pharmaton Complex, por favor. "

domingo, noviembre 27, 2005

Un dia en Kobe City (I): Kitano

La ciudad de Kobe (hermanada con Barcelona, nada menos) quedo muy destruida en 1995 a causa de un brutal terremoto que les pillo desprevenidos. Es por eso que la ciudad resulta tan moderna que rechina. Lo mismo sucede con Osaka, demolida casi por completo en la II Guerra Mundial, aunque en este caso la "modernez", mas que rechinar, ojiplatiza (que es un verbo inexistente pero que describe a las mil maravillas lo que quiero decir). Sin embargo, al norte de Kobe hay un barrio llamado Kitano que se libro en 1995 por estar en lo alto de una pequeña colina. No es que sea un sitio feo, ni mucho menos, pero ya me avisaron de que despues de lo que he visto hasta ahora no debo esperarme gran cosa. Pero la curiosidad pudo conmigo, pues supe que Kitano es el barrio europeo de Kobe en el que se encuentran, entre otras, "la casa alemana", "la casa holandesa"... Y como en este blog cada vez me parezco mas al tio Matt el viajero de los Fraguel, afile el Ipod, puse a punto la guia de conversacion de la Lonely y me calce los zapatos de escalador: proxima estacion, Kitano.

Nada mas llegar al "barrio europeo" (diez minutitos a pie desde Sannomiya) me topo con "la casa de Panama". "Mal empezamos:", pienso, "si la proxima es la "casa de Burundi" me doy la vuelta". Gracias a un mapita muy apañao que me han facilitado en la oficina de turismo me entero de que las casas son de interes artistico en Kobe, que no se pueden visitar, y que para mantenerlas los propietarios las han convertido en restaurantes, bares..., sitios, en definitiva, donde la gente puede disfrutar de un rato de ocio en un ambiente "exotico". Para entendernos, se trata de un remedo mal hecho de los Paradores.

Un simple vistazo me sirve para comprender lo que las casas de Inglaterra y Francia pueden ofrecerme -nada-, y me dirijo a la casa alemana procurando no entorpecer una sesion fotografica de recien casados. Me llevo un chasco de padre y muy señor mio al comprobar que, al contrario de lo que tenia entendido, los novios aqui visten de los mismos colores que en Occidente. Nunca habiais oido eso de que aqui ellas se casan de negro y ellos de blanco? Pues no señores: o era mentira o se estan occidentalizando mas de la cuenta. En fin, sigamos con Kitano: creo que para las fotos bonitas se vienen aqui, en busca de ese exotismo salvaje y paradisiaco que solo "la taberna de Ben" puede darles. Es decir, que se trata de un remedo mal hecho de la Universidad Cisneriana.

Habria que ser muy optimista y muy positivo para decir sin temor al sonrojo que "la casa alemana" esta cerrada. Aunque no se aprecia en la foto, debe llevar en obras, si es que esta en obras, bastante tiempo. No termino de entender por que se llama "casa alemana". Yo, en mi modesto entender de mentalidad europea, lo llamaria "remedo mal hecho de la casa de Psicosis". En fin, los kobeños veran.



Cansadito de tanta cuesta me tomo un descansito en la "plaza de los bohemios", donde un malabarista japones hace unos cuantos truquillos mas o menos normalitos. Quiero decir que los he visto bastante mejores. Y no me refiero solo al circo acrobatico de Pekin, por supuesto. Creo que Laurita y sus colegas hacen cosas mejores. Pero el tipo se lo curra y es muy entusiasta, a que negarlo. Ademas, debe ser muy gracioso, porque la gente esta bastante sonriente. Solo he conseguido descifrar dos o tres cositas sueltas, como "tres,dos, uno..." y "espera un momento". Eran faciles, para que nos vamos a engañar.

Una vez repuesto y dando un voto mas de confianza al "barrio europeo" me voy a "la casa holandesa", animado porque nunca estuve en Holanda y de este modo quizas me impregne un poco de la cultura de esos lares y me regalaran galletitas y tulipanes. De camino me encuentro con "la casa victoriana", un sitio realmente indescriptible. Baste ver la foto para que podais compartir conmigo la duda existencial de "que tiene de victoriano este mamotreto sacado de las pelis cutres de serie b". Pero parece que los dueños se forran con las bodas, aunque no esten por aqui Emma Thompson ni Anthony Hopkins.

Renegando de Kitano me dirijo de una vez a la casa holandesa, con el convencimiento de que ya he visto lo peor. "Que inocencia la mia", me digo al llegar a la puerta de la casa holandesa. No puedo hacer comentarios, pues saltan a la vista. Solo os dire que las faldas que asoman debajo de la sombrilla de Heineken son de una señora que esta fotografiando a la feliz familia (incluyendo a la "tipica" holandesita) despues de haberles cobrado la nada despreciable cifra de 2500 yenes. El yen esta un poquito mas alto que lo que era la peseta, pongamos que serian... unas 3000 del ala.

A lo mejor me equivoco, pero creo que por mala que sea la vision de Japon que demos en España, no alcanzamos estas cotas sublimes. La proxima vez que sea la semana de Japon en el Corte Ingles no tendre reparos en ir.

Eso si: anda que no me he reido. No todo van a ser emociones en templos y santuarios.

Antes de volver hacia Sannomiya, y dado que hay un santuario en Kitano, me acerco un momento para quitarme el sabor de boca tan peculiar que me ha quedado. Desde lo alto puedo disfrutar de un maravilloso "skyline" de Kobe, y, sobre todo, de algo que solo habia visto en foto: las guirnaldas de colores hechas con papiroflexia. Se trata de una cantidad inmensa de pajaritas de papel a las que se les pasa un hilo para unirlas de modo, que haya un degradado de color que te deja con la boca hecha pate de canard. Las guirnaldas, como es logico, pueden ser tan largas como la paciencia de quien las elabore. Creo que ya he comentado por aqui que no tengo intencion de acercarme ni a Hiroshima ni a Nagasaki: ya lloro suficiente con un poema de cinco versos del siglo XI como para intentar digerir los estragos de la, quizas, masacre mundial mas grave que se haya cometido en un santiamen sin que nadie haya sido juzgado por ello. Bien, pues esto viene a que tengo entendido que en Hiroshima hay un monumento a la paz en el que se coloco un sauce lloron de tamaño natural hecho integramente -con estas pajaritas- por niños de los colegios de la misma ciudad . Debe poner los pelos de punta.

Y como ya es muy tarde y me tengo que ir a la cama para aprovechar mañana el dia, dejo para otro dia la segunda parte de mi dia en Kobe. Eso si, prometo que es algo mejor. Pero tampoco os vayais a creer.

Por cierto, quiero enviar un recado importante a todos: disculpad que no responda personalmente a cada uno de los que me escribis, sea por mail o en el blog. Espero que no os importe. Pero no dejeis de hacerlo, por favor. Aunque no conteste, tened claro que cada uno de esos mensajes vuestros iluminan mis pies para poder seguir cada mañana adelante.

Os quiero mucho. Que no se os olvide.

jueves, noviembre 24, 2005

Felicidad domestica

El 23 de noviembre es festivo en Japon, pues se celebra algo asi como "el dia de dar gracias por el trabajo". Asi que no he tenido que trabajar. Hace unos dias, ademas, Santi me dijo que su profesora de caligrafia me invitaba a pasar la tarde en su casa para que pudiera conocer algo que seguramente no podria conocer como turista al uso: la vida domestica de una familia normal japonesa.

Antes de proseguir es necesaria una puntualizacion: ni esta mujer ni su marido ni nadie de su familia me conoce de nada, ni me habian visto la cara hasta que apareci en la puerta de su casa. Solo sabian que yo soy un profesor español que ha venido a Japon a ayudar a unos japoneses a los que, por cierto, tampoco conocen. Cuando se enteraron, gracias a Santi, de que me gusta mucho el sushi, dijeron "pues que venga y asi comemos sushi y puede ver como lo hacemos aqui". Para mas inri, ellos no hablan otro idioma mas que el japones, con lo que el bueno de Santi fue nuestro traductor las ocho horas que estuvimos alli.

Tomamos un autobus a media mañana y llegamos alli a eso de las dos, pues no viven en el mismo Kobe. Cuando llegamos, lo primero que me dicen es "donde se ha quedado tu mujer? en el hotel?", a lo que Santi contesta que no, que Soraya no ha venido a Japon. La mujer me dice que que lastima, pues tenian preparada una sorpresa para ella pensando que le gustaria. Y es que ellos son muy tradicionales y les gusta, en ocasiones especiales, vestir bien. Con lo que me hicieron pasar a una habitacion (decorada a la usanza tipicamente japonesa, con tatami en el suelo y biombos de papel) en la que, de una de las paredes, colgaban los dos kimonos mas maravillosos que he visto en mi vida. "Creiamos que le haria ilusion probarse un verdadero kimono japones y pasar la velada con nosotros vestida con kimono". Ya digo que son los suyos, los de dias especiales. La simple nocion de que, aun sin conocernos, habian dispuesto tal despliegue, me acaricio un poco la mariposilla esa que tenemos dentro.

"Pero vamos para dentro", y entro al salon -una casa preciosa- donde me cuentan que el marido, como hobby, se dedica a hacer mascaras de teatro Noh. "Te voy a enseñar alguna", dice, y al rato viene con una maravillosisima mascara como nunca las habia visto. Porque yo, por ejemplo, he trabajado commedia dell`arte y conozco las mascaras de cuero, que por norma acaban en los pomulos, con lo que la boca queda libre para ganar gestualidad. Por eso creia que las mascaras de madera -mas rigidas que el cuero y de rostro completo- serian mas inexpresivas, mas asepticas. Y una porra. Tengo ante mi una mascara increiblemente tallada a mano y pintada por el mismo. Le gusta darles un acabado para que parezca que son antiguas, como si ya hubieran sido usadas. Y me quedo ojiplatico, como diria alguno que yo me se: esta representa a un dios bondadoso y bonachon que aparece sobre todo en año nuevo. Pregunto "puedo probarla?", y me contestan que adelante, estas en tu casa.

(Se que las fotos no son muy buenas y no registran al completo la infinita gama de gestos que de cerca o de lejos transmiten. La iluminacion no era muy buena y yo soy un fotografo bastante mediocre. En fin, no se puede tener todo en esta vida.)

Observo la mascara, miro sus ojos vacios que van a ser rellenos con los mios a cambio de que ella me ceda sus rasgos por un momento. Es una persona. Sus arrugas, sus pensamientos, sus quehaceres, sus murmullos... estan delante de mi. Solo tengo que calzarla en mi cara y ya esta. Con mucho respeto, casi pidiendo permiso a la propia mascara (pues es un dios anciano y aqui a tanto a los dioses como a los ancianos se les tiene en muy buena estima) la giro. Observo el enves con detenimiento. Hacia años que no me sucedia algo asi. Porque ponerse una mascara no es atarse la goma y ya esta. En absoluto. Es un gesto casi mistico, en el que por unos instantes vas a cambiar tu cara, que es lo mas propio, lo mas individual y lo mas genuino que una persona tiene para identificarse ante los demas. Todas esas señas de identidad van a borrarse de ti, y la gente que te vea solo va a saber de ti lo que la mascara quiera que sepan. A cambio, que no es poco, la mascara gozara de una vida de la que no siempre sabe lo que es, convirtiendose mi cuerpo en su alma. Es, pues, un trato entre mascara y actor. Y en Japon los tratos no se pueden cerrar en dos segundos.

Observo, pues, el enves. Y llega por fin un segundo en que siento que no hay problema, que puedo seguir adelante. Con calma (yukkuri, que dicen aqui) la instalo en mis rasgos, y compruebo, como no sospechaba, que encaja perfectamente. Que el hueco de la nariz, el de los pomulos... sirven de calza a mi nariz, a mis pomulos...

Nunca consegui, al probarme en una zapateria, un zapato que me sentara tan bien a la primera. Asombroso.

Me miro en el espejo. Y ya no soy H. No se lo que soy, por supuesto, pues no conozco al personaje que estoy encarnando, aunque sea de un modo tan informal. Pero mi cuerpo quiere hacer otras cosas y probar otras posturas.

Magia. La del teatro y sus misterios.

Pido a Santi que intente expresar la emocion tan profunda que siento ante una experiencia asi, y el marido, complacido por que un occidental disfrute tanto con algo que a ellos les supone sus raices, sale por la puerta para volver con otras cuantas en las manos. Vuelve a salir y vuelve a traer mas, y repite la operacion hasta traer del orden de unas 25. "Todas hechas por mi", aclara. "Tengo hechas mas, pero no estan aqui sino en el taller donde las pinto." Y yo me quiero poner a saltar, pero me parece mas cauto inclinarme ante la mesa baja donde estan todas y comienzo a contemplar todas y cada una. Me traen libros para que conozca los infinitos tipos de mascaras, y mientras yo desgrano los pocos conocimientos que tengo sobre mascaras italianas (a saber, que son de cuero para facilitar que sean mas flexibles para los desplazamientos en carro de los comicos, que suelen tener rasgos animales...) el buen matrimonio me van indicando las caracteristicas de cada una de ellas. Asi descubro que mientras que en Italia existe la mascara del criado, la del viejo, la del soldado, la del doctor..., todas ellas con sus pequeñas variaciones contextuales, aqui cada personaje tiene ya una historia determinada que de algun modo queda indicada en la mascara. De ahi "el pescador que por ser avaricioso murio cayendo al agua", "la mujer joven que se emborracha por primera vez", "la mujer que esconde un secreto con el que pretende hacer daño", "el guerrero noble que acaba de perder en la batalla"...

Y no se quien esta mas emocionado, si yo ante lo que tengo delante o ellos, nobles anfitriones que han conseguido la felicidad del invitado. Pruebo y pruebo mas mascaras, observo con detenimiento cada una. Me cuesta pensar cual me gusta mas. Creo que la que mas me impresiona es la de "la persona marginada de los demas" que esta mas morena que los demas porque indica que no esta en casas de gente, sino siempre al sol. Me la pruebo (es esta con la que me veis a la derecha) y al mirarme en el espejo me doy pena a mi mismo. Quiero abrazarme y consolarme. Pero no es necesario. La mascara ya esta feliz por vivir y expresar lo que queria.


Tras cerca de hora y media (ad)mirando las mascaras las retiramos a un lado (con mucha devocion, por supuesto), y la mujer nos hace saber que la cena esta preparada. "Pero yo creia que ibamos a ayudarla a hacer sushi para asi aprender como se hace", digo a Santi. Y en esto que ella aparece con una fuente con hojas de alga Nori en trozos pequeños, fuentes de arroz de sushi y cientos de cosas para incluir dentro de los rollitos. Para que os hagais una idea, se trata de hacer como con los burritos (o son las fajitas?) en los restaurantes mexicanos: te coges tu alga, le pones arroz, te lo preparas de lo que quieras, lo envuelves, lo mojas en soja y para adentro. Para los amantes del picante esta el wasabi, que es una crema hecha de rabano picante. Es demasiado para mi, la verdad. Yo me quedo disfrutanto de ingredientes que no pensaba que podian ir bien con el sishi, como la hoja de roble o los esparragos trigueros. "En el sushi cabe todo, no tiene por que haber unas normas fijas". Adjunto foto de la fuente para que sepais de lo que hablo. Sobro comida, claro, pues eramos cuatro y ellos pensaban que ibamos a ser cinco con Soraya.

No me extraña que aqui no haya obesos. Ni colesterol, imagino. Que comida mas sana y mas deliciosa, madre de Buda.

Tras la opipara sesion sushiaca, te verde (nunca puede faltar) y cafe, todo ello regado con una exquisita conversacion acerca de las diferencias culturales entre Japon y España, y en como estamos asistiendo a una "desvalorizacion" de las sociedades en las que parece que solo interesa lo nuevo mientras que aquello que supone tradicion es algo mal visto y retrogrado. "Que me va usted a contar a mi", pienso, "que no he ganado el premio Lope de Vega de teatro a pesar de escribir una obra de teatro en verso siguiendo los patrones de Lope de Vega". Y me sonrio para mis afueras porque, a fin de cuentas, premios hay muchos pero cenas como estas muy poquitas.

Quien me iba a decir a mi hace un mes que, a dos continentes de casa, iba a hallar tanto cariño y comprension entre tres personas a las que no conocia hace dos semanas. Que grande es el mundo. Y que pequeñas nuestras miras.

miércoles, noviembre 23, 2005

Comer (y beber) en Japon

Si alguien viniera a Kobe, le sugeriria que, en primer lugar, se pasara por el Barrio Chino. Es pequeño, pero muy acogedor, y a la hora de la comida la mezcla de olores novedosos para un occidental lo convierte en una coartada para el pecado capital de la gula. A mi me pilla un poco lejos de casa, la verdad, porque esta cerca de Sannomiya, pero cuando puedo me escapo para disfrutar de una comida que no tengo ni idea de como se llama, pero que tengo claro que es algo que echare mucho de menos cuando llegue a España. Aun no me atrevo demasiado a probar cosas que a simple vista no se lo que son. Y es posible, ya lo se, que me pierda cosas fantasticas. Pero, a la espera de algun amigo que me recomiende o al menos me describa lo que es, despues de la experiencia con los "crepes" de Kyoto casi prefiero quedarme con las ganas.

En general, comer aqui es algo divertido. O mejor dicho, hacer la compra. No porque los dependientes te cuenten chistes graciosisimos (que, por otro lado, yo no entenderia), sino por el hecho de que es uno de los aspectos en los que yo veo mas diferencias. Lo cual es normal, pues recuerdo que cuando Tara y su familia estuvieron en España buscaban alimentos usuales en Canada, pero que a los españoles nos sonaba a chino. Quiero decir que, dentro de las costumbres, cada pais tiene sus sabores.

Muchos de vosotros sabeis la pasion que tengo por los mercados municipales, los mercados de abastos, donde el olor te conduce a sus territorios insospechados. Bien, pues cuando en mi ultima visita me entere de que Kyoto es conocido por su buena cocina, y que hay un mercado municipal del que se dice que es "la cocina de Kyoto", alli que me dirigi para descansar de templos y autobuses saturados, pues si la vista habia disfrutado con los parques y pagodas, justo es que los otros sentidos, hermanos menores, tengan su parte de fiesta en este viaje. Apareci, por tanto, en el mercado, y casi enloqueci. Porque las novedades sorprendentes pueden aparecer en cada esquina, y la vida cotidiana es una de las principales esquinas del ser humano. No puedo describir la cantidad ingente de alimentos que habia alli, y que no consegui saber lo que eran. Verduras, animales, frutas, encurtidos... y otras cosas que podria referirme haciendo algun simil con lo que conozco, como "pates" o "fiambre", pero que es muy posible que ni lo sean ni se le parezcan. Baste incluir aqui dos imagenes del mercado para que sepais a lo que me refiero. Estas son relativamente faciles de adivinar, pero es que no en todos los puestos pude fotografiar, bien porque estaban llenos, bien porque el dueño miraba con cara de coolie furibundo.


Aqui es muy usual comprar en los mercados comida preparada para llevar. Por lo general, y segun tengo entendido, sale mas caro cocinar que comer en restaurantes, lo cual no quiere decir que a los japoneses no les guste comer en su casa. Dado que trabajan como locos (ya he hablado de ello, lo se), no creo que tengan tiempo como para cocinar cuando llegan a casa. Para mi es muy comodo, pues muchas veces me acerco al supermercado de al lado de casa y cojo bandejas de comida recien hecha (y se que esta recien hecha porque veo a los tipos que la estan haciendo delante de mi). Es el caso, por ejemplo, del sushi, que aqui es bastante mas barato que en España, ademas de bastante mas sabroso. Por no hablar de las variedades que en casita son impensables, como el de ventresca de bonito (o eso creo), de anguila (increiblemente exquisita), de pulpo (que rico el pulpo, mmmm), o escalope de cerdo con salsa barbacoa (y juro que lo digo en serio). Puede decirse, por tanto, que me estoy "ensushiando" bastante, asi que cuando llegue a casa me tendre que "limphiar", aunque se que mi chica esta deseando que haga mas sushi del mio. Pues yo encantado. Hay dias que aqui solo como sushi y tan pancho, que me sale mas barato que un menu del dia en España. Algun dia, de todos modos, quiero probar el de los restaurantes, que entiendo que sera mejor que el de los supermercados. Pero es que de momento no me siento demasiado seguro con el idioma como para meterme en un personaje y responder todas las preguntas que seguramente me haran. En fin, ya se ira viendo.

Y algo que me encanta es mirar escaparates de bollerias. Porque aqui lo que esta casi mas desarrollado que la tecnologia es el mercado de los dulces. En los supermercados uno puede marearse con la variedad de chocolates y chocolatinas surtidas. Y, como digo, en las bollerias los escaparates parecen obras de arte. La forma de comprar es muy sencilla, pues al entrar coges una bandejita que llenas con los bollos que te gustan -para lo cual te dan con la bandejita unas pincitas muy socorridas- y luego pagas como un señor. No siempre como bollos, pero ya digo que (ad)mirarlos es algo que merece la pena. Por otro lado, con esto de controlarme el colesterol lo estoy pasando algo mal, pues cuando compro algo en el mercado no se donde tengo que mirar en el recuadro de "informacion nutricional" el contenido en grasas. Asi que, repito, me hincho a Sushi, que entiendo que no tiene colesterol.

En cuanto a las bebidas, aqui la nacional es el te verde, hasta el punto de que lo llaman "te japones" y que en el restaurante de la universidad es gratis, como el agua. Hay unos bidones (como los de agua fria que hay en algunos comercios) llenos de te verde calentito, al que me estoy acostumbrando. Tampoco estan mal el zumo de aloe vera con trocitos de pulpa de uva blanca, el zumo de uva negra, la bebida de sesamo negro o la fanta de melon. Antes de que pregunteis, que os conozco, os dire que no he probado el sake. Pero tengo que puntualizar que el sake no es una bebida determinada, sino que sake significa "alcohol", y que por tanto hay sake de arroz y de otras mil cosas.

Y con tanto hablar me ha entrado hambre. Voy a ver lo que me zampo. Creo que caeran unos fideos gruesos (udon) con curry o algo asi.

Buenas noches.

lunes, noviembre 21, 2005

Kyoto (II): Kinkakuji


(Nota a forma de pequeño prólogo - Dada la inmensa sensación de aislamiento que supone callejear en un entorno del que no tienes posibilidad de comprender nada sin mirar el diccionario, la música adquiere un sentido vital: se crea cierta complicidad al imbuirte en un estado de ánimo que los que te rodean no comprenden -con lo que se produce un empate, pues hay una incomprensión mutua de uno hacia los demás y de los demás hacia uno- pero que no por ello implica menos felicidad. Quiero decir con esto que durante los fines de semana, que es cuando me dedico a turistear, el ipod se convierte en mi segundo corazón. Esa es la razón por la que en el blog de hoy voy a citar la música que me movió, me removió y me conmovió durante mi excursión de ayer sábado a Kyoto.)

El pasado fin de semana Kyoto se me hizo corto porque tardé en llegar como una hora y cuarto desde la estación central de Kobe (Sannomiya, ya sabéis, que queda a media hora de la residencia en la que vivo, en la estación de Gakuentoshi), con lo que decidí levantarme pronto para disfrutar mejor del día. Ni corto ni perezoso me desperté a las 6.00 de la mañana, hora a la que las calles de Kobe ya están suficientemente puestas, pues aqui los encargados de las tramoyas son muy madrugadores.

Tras el desayuno y ordenar un poquito el cuarto tomé el metro hasta Sannomiya y me acerqué a la estación de tren para canjear unos bonos transporte especiales (el JR Rail Pass, supongo que volveré a hablar de él más adelante, así que quedaos con el nombre) que compré en España, pues en Japón no se puede comprar. Por un error de la chica (es alucinante que aquí no habla nadie ingles, por más que te digan que sí que lo hablan) me dio unos billetes que no me correspondían pero que eran infinitamente mejores, pues me pude montar en tren-bala, el llamado Shinkansen. No sé cuánta distancia hay, pero ya os digo que no tardé nada. Para decirlo con más exactitud, desde Osaka a Kyoto (Osaka esta en la mitad del camino, y la semana pasada ese trayecto duró como 50 minutos) tardé 3 canciones de Abba: Chiquitita, Dancing Queen y Mamma Mia. (Que queréis que os diga, a cada uno le sale el lado gay por donde menos se lo espera.) El tren llegó cuando iba a comenzar Thank you for the music, que duró lo que tardé en encontrar la salida hasta la calle, con lo que pude disfrutar de Waterloo dando saltitos de felicidad por las aceras Kyotenses.

A veces creo que el swing es el motor que mueve el mundo.

Movido por esta verdad irrefutable monto en el autobús dispuesto a zamparme Kyoto y me enchufo las swinging sessions de Sinatra. De repente, casi a traición, suena una de las letras más maravillosas que recuerdo:

Someday when I'm awfully low,
When the world is cold,
I will feel a glow just thinking of you
And the way you look tonight.
(Algun dia, cuando este terriblemente decaído,
cuando el mundo sea frío,
sentiré un brillo sólo con pensar en ti
y en cómo vas esta noche.)

Yo no estaba demasiado awfully low que digamos, pero sí sentí ese glow al recordar the way she looked all those nights y las infinitas noches que la rondaré, morena. Ahí mismo, pues, apretujado hasta el epigastrio entre cientos de japoneses (porque hay que sumar que, aparte de la pasión de estos tipos por apelotonarse en el transporte publico, los japoneses que iban conmigo en el autobús eran turistas, con lo que la presión era indecible) una lágrima tierna resbaló por mi mejilla y me la tuve que limpiar con la lengua, pues mi mano izquierda estaba atrapada entre un maletín y la pierna de un señor con cara de rey godo, mientras que la mano derecha intentaba escapar de la opresión que una vieja (con perdón, quería decir anciana) inmisericorde se empeñaba en inflingirle. Alguna ventaja tendría que tener el que aquí nadie se mire a la cara, porque ver a un escorzo (en el sentido literal de la palabra) de metro noventa y pico con auriculares chuparse la cara tiene que ser un show para un japonés cualquiera de los cinco mil doscientos que me rodeaban en ese momento.

Hubo suerte y la parada que me interesaba se encontraba cerca. Más de lo que yo pensaba. Se trataba del templo budista (bueno, exactamente una doctrina derivada del budismo) Higashi-Honganji, que es inmenso inmenso inmenso. Hecho en madera como todas las construcciones de por aquí, sólo pude apreciar la puerta de entrada al recinto (en la que me podéis ver con cara de pato) y el pequeño de los templos, del que no hice fotos por dentro porque estaba un sacerdote (o como se llame) en mitad de una misa (ídem) de la que entendí algunas palabras sueltas como "almohada" y "cuidarse". No diréis que mi japonés no avanza a pasos vista.

El templo "grande" estaba cubierto por completo con una nave de construcción, ya que está en reforma. En la parte derecha de la foto se aprecia la altura de la nave de obra que tapa dicho templo. Si os digo que, a su lado, el templo que aparece en la foto es casi diminuto, os imaginaréis mejor de lo que hablo. De fondo, primer acto de Turandot, para ambientarme un poco. Es una opera que transcurre en China, sí, en la Pekín Imperial, pero no podemos olvidar que la Kyoto (o Heian Kyo, como se llamaba en esa época) se construyó a imagen y semejanza de la corte china, pues era el modelo a seguir del que los japoneses bebían sin decir este té verde es mío. Cómo ha cambiado el mundo en diez siglos: ahora los japos controlan la tecnología universal y los chinos venden rosas en los bares.

Vuelvo a tomar un autobús para amortizar el bonobús de un día que me compré en la estación al llegar, y para evitar cometer un niponicidio colectivo escucho a Gomaespuma, que provocan tal estado de hilaridad en mí que noto que el conductor del bus me observa a través del retrovisor mientras conduce. No puedo evitarlo: la historia del calcetín y la señora de la limpieza me pirra.



Pasa como media hora hasta que llego al templo de Rokuon-ji, donde se encuentra el célebre Kinkakuji, también llamado Pabellon de Oro por motivos mas que obvios. Tamara me advirtió de que muy probablemente llegaría un momento en el que todos los templos me parecerían iguales, y la guía National Geographic me indica que ése es un pensamiento muy común pero que no hay que hacerle caso ya que los templos están llenos de detalles sutiles que los diferencian.



Sin embargo, tengo la mala suerte de que no tengo a nadie que me acompañe para que me indique dichos detalles (me encantaría hacer una visita guiada a cualquiera de estos templos, pero no me atrevo a pagar para que me hablen en un inglés japonesizado que probablemente me dejaría igual que estoy), con lo que, haciendo caso a mi querida residente de La Paz, me dejo llevar sobre todo por la naturaleza pura que se encuentra en torno a los monumentos.


El budismo y el sintoísmo, por lo que parece ser, están muy integrados con todo aquello que tiene que ver con mater natura, y a mí me da tiempo a detenerme escuchando en un primer momento a Corelli y luego a Gesualdo para decidir que lo mas bello en ese momento es escuchar la brisa que suspira sobre las hojas, sobre el agua y las aves y las cascadas. Me acerco al pabellón dorado, evito como puedo a los cienes y cienes de personas ávidas de conseguir una foto clonada a la de los demás, y busco enfoques que me aporten otras sensaciones. Hago, pues, innumerables fotos, y una vez que la cámara ha hecho su trabajo, la dejo descansar para ser yo el que descanse intentando en la medida de lo posible la unión con todo lo que me rodea (o casi todo, que no tengo intención de unirme a los domingueros que no tienen pudor en dilapidar el remanso de paz que este jardín promete), y comienzo a vislumbrar qué es eso que dicen de sentirse uno con el cosmos. Los que me conocéis creeréis que estoy de guasa, o que cuando llegue a España iré todo fumado apestando a varitas de incienso y sándalo. Pero no tiene nada que ver con eso. No se trata de un hippismo trasnochado setentero de Ibiza y alrededores, sino de comprender de una vez por todas que lo que ha caracterizado al Ser Humano a lo largo de la Historia (y hablo de Seres Humanos con mayúsculas y no de hotentotes militarizados que sólo respiran al ritmo de las guerras, que de todo ha habido en este cielo no siempre azul) ha sido la búsqueda permanente de la Belleza, sea aquí, en Roma, en Écija, en Boston o en Port Moresby.



El concepto Belleza ha ido cambiando a lo largo de los siglos y los lugares, pero que Rubens se hubiera espantado ante las obras de Modigliani o Tomás Luis de Victoria ante las sinfonías de Mahler no cambia nada. Ni siquiera se trata de religiones, culturas, nacionalidades, vivencias esotéricas u otras zarandajas. Quiero decir que la Belleza con mayúsculas ha sido, es y seguirá siendo una búsqueda innata del Ser Humano. O al menos eso quiero creer. A fin de cuentas, ¿qué es el amor sino el deseo de ser uno con aquello que consideramos bello?





Las mismas reflexiones y los mismos placeres (no solo estéticos sino incluso emocionales) me asaltan en mi visita al templo de Ninnaji, del que lamento no poder enseñaros fotos por causas que no vienen a cuento. No sé dónde escuché que para algunas culturas el metal era otro elemento más, como el agua, el aire, la tierra y el fuego. Desconozco si eso sucede aquí, pero noto que el hierro está integrado en la naturaleza llegando a ser casi parte de él, pero sin que se advierta una discontinuidad que suponga una agresión para la vista. Estos tipos sabían lo que se traían entre manos, y no se puede negar que hicieron una labor inadjetivable.


Pero ni quiero ni puedo aquí hacerme eco de las miles de reflexiones que me trasconquineaban mientras deambulaba por estos templos. Baste decir que considero que cada uno ha de hacer este viaje (no me refiero a Japón sino a algo mas íntimo) en su mismo yo, y conseguir hallar un tiempo para sí que le evada de aquello que no le deje evadirse de nada. Sé que ahora mismo soy un afortunado, que cuando llegue a casa volveré a ser engullido de modo inexorable por la vorágine stressil que nos consume impertérrita, pero no por ello quisiera dejar de reivindicar para cada uno esa parcela de paz profunda e intransferible que nos merecemos. Es difícil, lo sé, pero... Ay amigos, qué distinto sería todo si fuera más fácil.

En esto me hallaba cuando llegue al último edificio que me había propuesto visitar hoy: el templo de Ryoanji, que según mis noticias era distinto de todo lo que había visto hasta entonces (y aquí tampoco me refiero solo a Japón), pues el jardín interior es un recinto de grava rastrillada sobre el que se levantan 15 rocas de distinto tamaño y forma. Construido a finales del siglo XV, se habla de este templo como inicio de todas las tendencias minimalistas occidentales desde que gente como Gropius o Brook se entusiasmaran hasta los tuétanos con algo tan simple y profundo a la vez. Algo escéptico por lo que voy a ver, me sitúo en la puerta del templo, me descalzo, me muero de frío porque hoy hace una rasca espantosa y el templo no tiene puerta alguna.

Como imaginaba, el jardín esta lleno de gente hablando y cuchicheando y hablando por el móvil en ese sonsonete wakarimasen que me vuelve loco desde hace ya la friolera de dos semanas, pero para no perderme la sensación primera decido mirar al suelo (un simple tatami de madera) mientras espero a que se abra un hueco entre la gente que admira las delicias de la grava. Cuando noto que alguien se ha marchado me coloco, me siento cómodamente, y una vez instalado busco el Miserere de Allegri, que es tan bello que hace llorar a los vientos del sureste.

De tal modo que levanto la vista según suena el primer acorde, y lo que se presenta ante mí es tan sólo lo que me imaginaba: un conjunto de piedras mal puestas y aburridas como no veía desde aquella exposición de Tapies en el Reina Sofía. Pero algo me dice que me quede los más de diez minutos que dura el Miserere. Subo un poco el volumen para aislarme de las voces a mi alrededor, pensando que la meditación que sin duda buscaba Soami (el pintor y jardinero que lo diseñó) no puede llegar en diez segundos.


Y sucedió que, en una curiosa mezcla de polifonía renacentista y jardines Zen, al cabo de un pequeño rato me empiezan a sacudir algunos pensamientos, no todos definibles, pero que producen una emoción real, casi tangible. Pienso en don Rodrigo rechazado por doña Inés, en que yo soy una simple pieza de grava, en las hojas que mueren en otoño sin que nadie lo sepa, en que el mar no siempre tiene la culpa, en mi madre cabizbaja y en un presente en el que todo vale. Y por un segundo, y por diez segundos, e incluso por algo más, quiero romper a llorar. A llorar de la emoción, a llorar de simpleza, a llorar compungido por no saber recordar siempre que la pena dura tanto como uno le permita. Quiero abrazarme al señor que tengo al lado, enroscarme a él como una salamandra y llorarle a gritos aunque no me entienda o no quiera entenderme.

De repente, mientras todo esto me acomete, un rayo de sol me ciega por un instante, y cuando consigo abrir los ojos noto que algo esta cayendo. Me froto los ojos para comprobar que no es un efecto del deslumbramiento, y me basta estirar la mano para notar que no se trata de eso, sino que comienza a llover, a chispear, a orvallar. Pero el sol no se esconde, sino que hace brillar las poquitas gotas que se atreven a deslizarse hasta mi rostro, y, de nuevo, tan fugaz como vinieron, se marchan.

El Miserere de Allegri ha terminado. Han sido los mejores once minutos dieciocho segundos desde que llegué a este archipiélago tan loco como paradisíaco.

Me giré, disfruté del resto del jardín, volví a calzarme, salí del recinto, y, con las mismas, apagué la música que sonaba en ese momento (Bach, Grieg, qué mas da...) para dirigirme hacia la estación, silbando la grandeza que tenemos los seres anónimos.


sábado, noviembre 19, 2005

Trabajo, trabajo y mas trabajo.

Ya ha llegado el fin de semana. Ahora mismo, viernes por la noche, me muero de sueño despues de la semana tan agotadora que llevo. Y es que estos chicos son incansables. Es cierto eso que dicen de la capacidad de trabajo de este pais. Por eso no tengo tiempo de nada, aparte de comprar una almohada, comer y ducharme de vez en cuando. Que ritmo, que tios, perseverantes, y, en algunos casos, incluso que coñazos.

Me explico. Sale uno de España con la idea de ponerse las pilas e intentar trabajar con la intensidad que seria deseable en España (porque sabemos que muchas veces hemos preparado alguna funcion en una semana, y algunas incluso en mucho menos), y llega aqui con la barra de energia al cien por cien, diciendo "ahora si que voy a trabajar en profundidad, tal como siempre he querido ensayar una obra del Siglo de Oro". Y llegan estos chicos y me matan, me destrozan, me dejan agotado y hacen que solo desee llegar a casa y desconectar del dichoso Cervantes.

Y no es para mal, ni mucho menos. Porque me abruman a preguntas, y eso me halaga (pues significa que confian en mi criterio), igual que me halaga poder contestarlas todas, incluso las mas enrevesadas. Algunas, por ejemplo, son simples cuestiones que, como españoles, damos por sentadas; pero a ver como le explicas a un alumno japones de 20 años lo que significa "Vaya por Dios". Son encantadores, y a veces me los comia a bocados cuando hacen que se me caiga la baba. Pero otras veces solo pienso en que no puedo estar doce horas al dia hablando español "a... e-s-t-e-..... r-i-t-.... m-o-......" explicando la diferencia que existia a principios del siglo XVII entre un procurador y un escribano sin volverme tarumba.

Hay uno de ellos, por ejemplo, que esta muy preocupado porque piensa que su español es muy malo (es de segundo curso) y que, ademas, no es suficientemente buen actor como para poder expresar al publico los matices que, segun el, tiene su personaje. Y todo porque un dia me dijo que su personaje era muy aburrido (tiene 6 frases) y tuve la bendita ocurrencia de decirle que no, que era muy interesante porque en el se veia como en ningun otro la diferencia entre el mundo tal y como debia ser y como era realmente. Total, que le monte tal pelicula en la cabeza que, de lo emocionado que esta, solo piensa en expresar todo eso al publico. Le comente que era muy sencillo, que solo tenia que mirar al frente y decir su frase. Pero el pensaba que eso no era suficiente, y que creia que se lo decia para consolarle. Entonces le ayude a buscar otros gestos. Y entonces dijo que quizas eso tampoco. En resumen, cada dia me pregunta del orden de quince veces (y no estoy exagerando) cual es la mejor forma de pronunciar una palabra u otra (por ejemplo, "pesadumbre" o "razones"). Ya digo que me halaga, por supuesto, porque eso significa que confia en mi criterio. Pero confieso que muchas veces estoy tentado de decirle "no, mira, la verdad es que tienes un papel insignificante".

Es broma, por supuesto. Pero que ganas.

Por otro lado, os dejo unas fotos del puente de Akashi, un puente colgante que dicen que es el mas largo del mundo o algo asi. En la parte media, por debajo de la calzada, hay un mirador espectacular. Antes de que se me quedara esa cara de tonto que tengo (observese como en las manos tengo un librito naranja: es la celeberrima guia de conversacion ingles-japones de "Lonely Planet"), y nada mas llegar debajo del puente (es decir, desde donde tome la foto de abajo), iba yo tan feliz con mi Ipod (bendita musica española) cuando, repentinamente, sono la cancion de Pedro Guerra "Debajo del puente". Dado que tengo como 6000 canciones y que de entre todas sono justo esa, algo me dice que las divinidades japonesas me han tomado cierto cañiño.

Aunque, claro, me gusta mas pensar que es mi abuela, desde donde este, que despues de leer lo que dije hace unos dias sobre nuestros familiares difuntos quiere hacerme saber que esta muy orgullosa de que su nieto se embarque rumbo a la aventura. Porque ella una vez compro calamares por gestos, y yo, media hora despues de estas fotos, aprendi por mi propio pie a coger un autobus sin miedo a equivocarme de parada.


jueves, noviembre 17, 2005

Infinitos matices

Suelo encender el ordenador cuando me despierto y por la noche cuando llego a mi habitacion. En primer lugar, para tener noticias de Soraya (bendito MSN), y despues para consultar el correo y el blog, por si acaso alguien ha escrito algo. Esta mañana, pues, me he encontrado con la grata sorpresa de tres mensajes, a saber, mis dos queridos Carlos y mi no menos querido padre. El primero de los mensajes (Herve Menard scripsit) me ha dado que pensar todo el dia. Carlos lleva aqui algunos años, y creo que si alguien puede hablar de las sensaciones buenas y las malas del cambio cultural es el. De hecho, mucha de la informacion sobre Hatsue (de mi obra "Lo que deje por ti") vino por cosas que el me iba contando.

Ahora, horas despues, releo lo que escribi ayer y pienso que necesita unas palabras adicionales para poder comprender el sentido general de como me senti el otro dia. Podria modificar lo que escribi ayer, pero creo mas apropiado estas nuevas ya que, quizas, alguien viera el titulo y no lo leyera pensando que ya lo habia leido y se quedara sin dichas matizaciones o, en palabras de Carlos, matices. Infinitos matices.

Porque si, este es un pais cordial en lineas generales, como me gusta creer que ultimamente tambien lo es España. Otra cosa son las personas individuales, por supuesto. Pero desde que he llegado se han deshecho conmigo en todos los aspectos. Seria injusto permitir que mi lengua dijera cosas negativas del trato hacia mi: me han pagado el viaje, la estancia, sueldo de profesor, me han rogado que de una clase para todos los alumnos de español sobre teatro del Siglo de Oro (clase que, por supuesto, me pagaran aparte), y ademas me agradecen cada dia que haya hecho un viaje tan largo para ayudarles. En cuanto al trato cotidiano de la gente por todos lados, solo veo sonrisas e intentos de ayudar a comprender un idioma que ellos reconocen complicado.

Creo que lo del otro dia fue un desajuste. Hay pequeñas diferencias culturales que necesitan cotejarse y clarificarse en conjunto, y a fin de cuentas todo gira en torno al punto de vista. Al color del cristal con que se mira. Es cierto tambien que la actitud de los japoneses hacia lo extranjero aun me parece difusa. No conmigo, ya digo, pero me parece curioso -no negativo,por supuesto, solo curioso- que para utilizar una palabra de otro idioma adapten dicha palabra a su sistema silabico. No se si eso es representativo o no. Me da igual. Solo se que si me ofrecieran ahora mismo un trabajo aqui con posibilidad de que Soraya tuviera facilidades para encontrar trabajo lo aceptaria. Y eso creo que dice mucho de un pais tan distinto, pero a todas luces tan entrañable.

Por otro lado, no quiero tampoco que penseis que estoy aqui especialmente sensible, o lloron o triste cada minuto. En absoluto. Hoy mismo me he echado unas risas increibles con ellos montando una escena de Cervantes a la que le hemos (entre todos) encontrado unos matices que yo no recordaba.

Y para colmo, y como ejemplo de diferencias mas que salvables, me estoy tomando un yoghourt de aloe vera que me tiene loco.

Prometi hablaros de la comida aqui. No se me ha olvidado. Pero ahora tengo que dejaros: he de madrugar mañana, pues tengo que ir a comprar una almohada a Sannomiya dado que no me dejan usar mas de cuatro toallas al dia.

Ya os lo explicare.

Buenas noches, lind@s.

miércoles, noviembre 16, 2005

Frialdad y calidez

Hoy es martes. Entre semana no tengo tiempo para hacer turismo, obviamente, pues tengo que trabajar. Por eso no tenia nada especial que contar ayer, y me quede calladito un rato, que estoy mas guapo.

Ayer, ademas, no fue un buen dia. Tampoco fue malo. Dejemoslo en regular. Resulta que una de las caracteristicas de los japoneses es que, aparte de cordiales, suelen ser frios y reservados. hasta ahi bien, porque considero que es algo que todos habiamos oido alguna vez acerca de estos niponcillos. Que si se relacionan poco entre si, que si van en el metro como los lemmings hacia el agujero... Eso es cierto solo a medias, pues yo estoy trabajando con chicos de universidad, de unos 22 años, y las cosas no son tan rigidas por lo general. Es posible, de todas formas, que algunos de ellos sean pareja y yo no me haya enterado porque aqui no se expresa el cariño. No recuerdo si he visto a alguna pareja de la mano desde que estoy aqui. Quizas si, pero no es algo usual. De todos modos, entiendo que eso es algo mas social que personal: si no se hace, pues no se hace. Otra cosa es como reacciona cada uno a segun que estimulos.

Decia, pues, que ayer me senti algo "dado de lado", pues entre los alumnos algunos (no muchos, no creais, hablo de dos o tres de diecinueve) piensan que a fin de cuentas estan haciendo una obra de teatro DE japoneses PARA japoneses hecha POR japoneses, y que a que tiene que venir un español que no conocen a explicarles nada. Estos chicos son (que casualidad) los de cuarto (ultimo curso), que coincide con que ya se han ido de Erasmus a España o Sudamerica, y por que comprenden lo que dice el texto de Cervantes piensan que lo saben todo. Desde el departamento de Español se intenta que comprendan que eso no es asi, que la obra es un medio para que ellos aprendan español, y que si hay un especialista en teatro y en Siglo de Oro español, pues mejor que mejor porque podran aprender mas. Algunos estan entusiasmados, por supuesto, y asi me lo hacen ver: de hecho hay uno que todo el dia me esta cosiendo a preguntas y ya no se como hacer para deshacerme de el.

Y ayer las diferencias se hicieron patentes cuando yo quise defender mi metodo de trabajo intentando no romper el suyo. Yo queria hacerles entender que de nada sirve repetir y repetir una escena diciendo mil veces la misma frase si no comprendes lo que significa la frase, pues eso no es aprender español sino memorizar una oracion que puede ser que no signifique nada para ti. Pero ellos creen que invertir una hora a sentarse y explicarles cada frase es una perdida de tiempo, pues queda poco para estrenar (que conste ellos ensayan de lunes a viernes ocho horas al dia y los fines de semana doce horas al dia desde hace tres o cuatro meses y aun faltan tres semanas). Yo pienso que es poco productivo, se lo hago saber, y uno de ellos me contesto "es que lo importante no es aprender español sino hacer reir a nuestros compañeros de otros cursos" (no se si os habia explicado que en las obras que se representan -en ruso, chino, ingles y español- pondran subtitulos para que todo el mundo sepa que estan diciendo los personajes). Yo le conteste que eso no era del todo cierto, pues si la finalidad es solo divertir al publico, no tiene mucho sentido que la universidad se gaste un dineral en traer un profesor español pudiendo contratar a un actor japones. El chico seguia erre que erre (son algo cabezoncitos los chicos cuando se ponen) y finalmente tuve que recordarles la jerarquia, ya que aqui contradecir a un superior supone casi la muerte social inmediata: de hecho los alumnos de primero apenas pueden hablar con los de cuarto porque les da verguenza. En efecto, hasta que no les recorde que yo soy su profesor y que no es normal cuestionar a un profesor el modo de dar su clase no se avinieron a razones. Finalmente hemos conseguido un trato y todos hemos quedado contentos, pero si que hubo unos minutos un poco tristes por mi cabeza.

Y pense entonces en los miles y miles de inmigrantes que deambulan por todos los paises "desarrollados" de este mundo, y en la innumerable cantidad de veces que se sentirian en una circunstancia similar sin tener bajo la manga el as de "recuerde que me debe usted un respeto" y en como tienen que tragarse las palabras y las lagrimas como cuando damos la vuelta a un calcetin. Recorde a Hatsue, a Celia, a todos aquellos sin nombre que no tendran un monumento que les recuerde como al soldado desconocido ni probablemente un vehiculo propio del que sentirse orgullosos...

(Desahuciado esta el que tiene que marcharse a vivir una cultura diferente.)

Ya digo que yo, en este viaje, tengo toda la suerte porque, a fin de cuentas, vengo como "high-class teacher" con todos los gastos pagados y me tienen en palmitas. De eso no puedo quejarme, es verdad. Lo que lamento es que si yo no he podido evitar sentirme triste unos minutos por algo tan vacuo, que no sentiran aquellos que todos sabemos quienes son?

Despues de eso llego la hora de la cena (sobre las seis de la tarde) y baje al restaurante de la facultad. Santi estaba conmigo y le pedi que me ayudara a elegir, pues hay que coger ticket en una maquina que esta completamente en japones y no se que cosa es que cosa. El me pregunto que me apetecia y le dije que no sabia, porque no sabia lo que habia. Pero que no fuera picante, que aqui son muy brutos con eso. Me recomendo un plato chino que aqui tiene mucho exito llamado "ramen" (pronunciese con "ere" en vez de con "erre"), me explico cual era el boton correspondiente y les conte a algunos alumnos alli presentes lo importante que era para mi saber que si yo apretaba ese boton podia comer algo que me gustara. Hubo algunas risas, cenamos, y despues volvimos a ensayar, no sin pensar que hubiera sido de mi sin Santi.

(Sobrevivir. Esa es la palabra.)

Hoy estaba ensayando con unos cuantos y se ha acercado una de las chicas de ultimo curso que es muy maja (en la foto que os mande de ellos es la de la izquierda de las dos que visten chaqueta vaquera) y me dice:

- Tengo... algo... para... usted.
- El que?
-Tome. Lo he... hacido... no... hecho para... usted.

La buena chica, al llegar a casa, habia recordado unos cuantos platos que se vendieran en la maquina, los habia escrito en un papel en simbolos japoneses, habia escrito una pronunciacion aproximada y despues hecho una pequeña descripcion del plato como "arroz con huevo y carne de pollo".

- Muchas gracias. Muchas, muchas gracias.
- De nada. Es para usted.
- En serio, para mi es muy bonito que alguien haga esto.
- Yo soy... china. Cuando veni... vine... a Japon... tuve... no... tenia... trece años. No sabia japones. Por eso... entiendo a usted... y que es dificil... adaptarse. Si puedo ayudar... a usted... con el idioma... o con algo... digamelo, por favor.

No he llorado delante de ella porque la maldita guia Lonely Planet dice que en Japon no esta bien visto que un hombre llore.

Menos delante de una mujer.

Menos si el es profesor.

Menos aun si ella es su alumna.


Si no fuera porque seguramente se hubiera espantado, le hubiera dado un abrazo ahi mismo. Si no fuera porque no sabe ingles (suficientemente tiene con saber chino, japones y español) le hubiera regalado una copia de "The immigrants" de Gloria Montero; para que supiera que no solo se de que esta hablando, sino que, de algun modo, todos vamos en un mismo barco.
Un barco que no se hundira mientras haya calidez humana en las calderas.

lunes, noviembre 14, 2005

Kyoto (I): Higashiyama


Hablando sobre Kyoto, Santi me dijo que es como Toledo: hace calor, hay muchas iglesias (aunque aqui son templos y santuarios) y esta lleno de cuestas.

Escribo estas lineas en el tren que me lleva de vuelta a Kobe, y tras mi primer dia en Kyoto puedo asegurar que se parece mas a Roma: o sea, las tres afirmaciones de antes, pero a la enesima potencia. Hoy ha sido mi primera escapada de las muchas que pienso hacer a Kyoto, pues dicen que no puede verse en un mes, y me lo creo. Que ciudad, madre de Dios. O de Buda. O de los miles de divinidades shinto que uno tenga la suerte de echarse a la cara. En seis horas solo he visto un parque, un santuario y tres templos. Eso si: que parque, que santuario, y, sobre todo, que templos. Entiendo que aun opera en mi la pantofascinacion y que le hago fotos a todo lo que se me pone delante, y que en unos dias estare hasta arriba de templos (es decir, que estare algo destemplado), igual que en Roma acabe hasta las cejas de iglesias. Con todo, no consigo encontrar las palabras para esto, y os aseguro que esta vez no es una frase hecha. Por cierto, no confundais Kyoto (la gran ciudad historica de Japon) con Tokyo, que es la capital.

Tras un buen rato de incertidumbre en la enorme estacion de JR (Japan Railways) por no encontrar la oficina de turismo para conseguir un mapita, consigo mi objetivo, asi como comprar un bono de autobus para un dia.

Abro el mapa. Entiendo poco.

(Kyoto es enorme y, como en todo Japon, los transportes son un lio porque hay varias compañias de trenes, varias de metro y varias de autobuses, algunas privadas y algunas no. Esto hace que en el mapa, por ejemplo, no haya un dibujito para el tren sino mas de uno, dependiendo de la compañia que sea. Imaginad lo que supone hacer un transbordo.)

Tras un rato de estudio, veo que Kyoto esta dividido en cinco "sectores" y, dado que me da igual por donde empezar, tomo un autobus hacia el mas cercano de los sitios interesantes que la señora de la oficina de turismo ha tenido a bien señalarme. El "sector" al que voy se llama Higashiyama, y me dirijo al templo de Kiyomizu, que, como muchisimos lugares de Kyoto, es patrimonio de la humanidad.

(Se que el titulo de patrimonio no implica en si que el monumento sea bonito o no, pero como en el plano de la ciudad vienen detallados los que si lo son y tengo que dejar de lado muchos sitios de Kyoto para no enloquecer, dejo que sea la Unesco la que decida por mi. Por cierto, fue en Kyoto donde Alcala fue nombrada Ciudad Patrimonio de la Humanidad.)

Que pequeño se siente uno al llegar a Kiyomizu y ver esas gigantescas "torii" que te dan la bienvenida. La multitud es una turbamulta de trabajos y desaosiegos, pues es uno de los lugares mas turisticos de Japon, sobre todo para los japoneses. Occidentales, pocos. Algun thai, creo. Y españoles, mi boli y yo. Y la camiseta, claro. Hoy me ha dado por hacer patria.

El nombre del templo, Kiyomizu, significa "agua pura", y en verdad que, desde los multiples miradores del edificio principal, el agua esta omnipresente aunque no haya rios ni cascadas ni nada similar. Son las fuentes naturales que aparecen en cada esquina y que tienen un significado religioso (que supongo que tendra que ver con la limpieza y/o la purificacion, ya que un "rito" consiste en coger agua con unos cacitos especificos y beber agua y lavarse las manos) las protagonistas de la jornada. Es adorable ver como las madres enseñan a los hijos a lavarse las manos con el agua del dragon. El recorrido para turistas, ademas, se salta algunos sitios destacables en los que me he colado, como un pequeño cementerio (no se si budista) en el que he disfrutado de una buena lectura: Javi me recomendo leer "Memoria de mis putas tristes" de una tirada, cuando tuviera paz y tranquilidad. Pardiez que el sitio era apropiado, pero hacia el final del capitulo primero el frio ha podido conmigo y he tenido que dejarlo. Que rabia me ha dado. Y que bien escribe Gabo.

Varias decenas de fotos despues me dirijo hacia el siguiente punto: el templo Kodai-ji, que ordeno construir Kita-no-Mandokoro cuando quedo viuda de Toyotomi Hideyoshi para que el alma del difunto no estuviera triste. El camino hacia alli esta plagado (en el peor de los sentidos) de tiendecitas de comida carisima y/o artesania tipica, asi como de turistas dispuestos a gastarse lo innombrable en cualquiera de ellas. Lo unico que me llama la atencion son los palillos para comer, decorados y muy artesanales. Demasiado caros, sin embargo. Busco infructuosamente algun dedal para Pilar, madre de Soraya, que los colecciona. Se ve que aqui no se estila eso. Puestos a llevar algo mas tipico de aqui podria comprarle un llavero de Doraemon (el gato cosmico) pero como que no me parece adecuado. En algunos sitios de picar (no son bares, no son mesones, no son restaurantes, no son tabernas, no son supermercados, no se como llamarlo), como reclamo, hay chicas que ofrecen a los transeuntes degustaciones gratuitas de algo que parecen crepes rellenas de cosas de colores distintos. Cojo uno relleno de marron creyendo que es chocolate. Error. Consigo recordar que en la guia de conversacion de Lonely Planet indican que escupir en la calle es algo muy mal visto. Para quitarme el mal sabor de boca cojo otro con relleno naranja. Creo que es melocoton, o naranja, o piña. Vuelvo a equivocarme y de nuevo consigo contenerme las ganas. Tomo un tercero lleno de rosa. La ley de Murphy hace que no sea fresa, y me marcho hacia el templo con ganas de echar el bolo alimenticio sobre la guia de conversacion de la Lonely Planet. Por cierto, que las calles de Kyoto estan llenas tambien de geishas, pero no de las autenticas (pues es imposible verlas ya que se esconden), sino de chicas vestidas como tal. No se donde oi que posiblemente las ponen para atraer turistas. Vamos, lo mismo que cuando yo me pongo el traje de El Buscon. Solo que yo soy mas feo y las geishas tienen fama de prostitutas. Aunque, bien mirado... Lo cierto es que los japoneses no estan para nada acostumbrados a ver geishas. Cuando aparece una se monta un revuelo tremendo para hacerle fotografias. No se por que me he acordado de la tuna, y pensar en una geisha cantando "triste y sola se queda Fonseca" me ha parecido asaz ridiculo.

Antes de llegar a Kodai-ji, y por error, llego a Ryozen Kuannon, un templo budista con un buda enorme. Entro. Me dan una varita de incienso encendida. La cojo. El humo me da en la cara mientras ando, y dado que llevo en la mano 3 mapas de Kyoto, el folleto que me acaban de dar, la guia de conversacion, el ipod, la cazadora vaquera, la guia de japon y el cuaderno en el que apunto las frases que voy necesitando para no tener que buscarlas todo el rato en el diccionario, estoy a punto de que se me caiga la varita. Tras varios equilibrios controlo la situacion (me hubiera encantado que Soraya me viera: cuando me pasan esas cosas se muere de risa) y coloco la varita en un tiesto en el que hay otras cien, todas encendidas. Poco me ha faltado para no quemarme.

Kodai-ji solo tiene una pega, y es que, a pesar de que dan un folleto en ingles, todas las cartelas estan en japones, y quizas yo leo una explicacion sobre algo que no es. Creo que, en general, Japon puede ser un excelente destino turistico a nivel internacional, pero falta que ellos lo sepan. A pesar de eso, gracias a Kodai-ji comienzo a captar la magia del diseño de los jardines japoneses. Lastima no tener a nadie a mano que me explique la simbologia que entiendo tambien omnipresente. A ver si me documento sobre el tema y os doy un dia la murga. Kobe y Kyoto (asi como Himeji y Nara y otros sitios de los que os ire hablando) estan en la region de Kansai, de la que se dice que tiene, de todo Japon, la mejor gama de rojizos en las hojas otoñales de los arboles. Es cierto, pienso. Ya os ire dejando fotografias de ello.

Estoy a punto de morir agotado cuando veo que cerca de donde estoy hay un parque: Maruyama. Voy a sentarme un rato, pero antes me topo con otro santuario, el de Yasaka Jinja, al que acude mucha gente para evitar enfermedades y plagas. A pesar de que creia que todos me iban a parecer iguales, con este santuario me emociono bastante: esta en mitad de una plaza de transito, no es tan turistico como los demas. Hay mucha gente tocando los cencerros votivos de las que ya os he hablado. Para colmo, al lado se esta celebrando algo. Parece una boda budista o algo asi. Me da algo de verguenza hacer una foto, asi que tomo un video que es lo mismo pero sin flash. Yasaka Jinja es el mas humano de todos los que he visto hasta el momento. Creo que en las fotos no se aprecia la "humanez" de los edificios al ponerlos en comparacion con otros. Tendreis que fiaros de mis palabras.

En Maruyama reina la tranquilidad. Creo que si me siento me voy a quedar dormido, y a pesar de que eso es aqui deporte nacional, no me apetece sobarme. Aun me queda un camino hasta el tren y despues hora y pico hasta Kobe y desde la estacion en la que me deje el tren casi media hora de metro hasta casa. Oigo a un guitarrista cantando en ingles "Falling in love with you". Me acerco y es un yanki con cara de gracioso que me mira y me saluda sin dejar de tocar(hay una especie de fraternidad entre los occidentales: para tres que somos vamos a llevarnos bien. Es como si al mirarnos nos dijeramos unos a otros "que raro es todo esto, eh?") Al muy cachondo no le hace nadie caso, o le miran como a un extraño. Sabedor de eso, cuando llega al estribillo suelta un "come on everybody", se echa unas risas para si mismo y sigue tan feliz, a su aire, pidiendo unos yenes por amenizar la tarde con un ritmo que quizas a estos nipones les sea exotico, pero a mi, por alguna extraña circunstancia, me lleva a mi infancia y a los primeros amores frustrados de instituto y a las sabanas entre las que ahora mismo debe estar Soraya durmiendo con esa cara linda que tiene cuando duerma. Cara que, por cierto, recuerdo cada dia gracias a la foto que conservo en el movil.

Ya si que no aguanto. Desde que llegue a Kiyomizu han pasado ya seis horas mas o menos. Seis horas derrengantes. Busco el autobus. Consigo montar clavando los codos donde me dejan. Hay un atasco monumental en la ciudad. Es domingo, asi que no se a que se debe. Sera normal? Tardo como quince minutos o mas en llegar a cada parada, y no puedo aguantarlo. Desesperado, me bajo y busco la estacion de tren andando. El mapa es sencillo de seguir, pero se ha hecho de noche y ademas ya no estoy en la zona monumental, sino en la eminentemente urbana. Logro llegar, pero no dejo de sorprenderme cuando me topo con carteles con nombres larguisimos que se refieren a lugares ahora no tan remotos, pero de los que estoy casi seguro que nunca llegare a conocer.